martes, 27 de octubre de 2015

3 días de Drácula: Día 2. Reseña - Drácula, el no muerto



Título: Drácula, el no muerto
Título original: Dracula, the un-dead
Autor: Dacre Stoker e Ian Holt
Fecha de publicación: 2009
Género: Novela de terror
Reto de lectura: Un libro que tengas pero no hayas leído

Sinopsis

El monstruo murió hace 25 años desintegrado, convertido en cenizas pero no ha sido tan fácil borrar las huellas de aquello que ocurrió en los Cárpatos hace un cuarto de siglo. Seward es adicto a la morfina. Holmwood se ha convertido en un hombre hermético, que nunca superó la muerte de Lucy, el amor de su vida. Jonathan es alcohólico y Mina –quien sigue manteniendo su belleza y juventud intactas— sabe que hace tiempo que su matrimonio hace aguas. Y Van Helsing es tan excéntrico incluso es sospechoso de ser el mismísimo Jack el destripador. Quincey Harker, el hijo de Jonathan y Mina, también tiene problemas. Es estudiante de derecho en la Sorbona por imposición paterna, pero su verdadera pasión es el teatro. En París irá a ver al más reputado actor del momento, el rumano Basarab, famoso y rodeado de misterio. Lo conoce y su relación de amistad con él se hace profunda, con lo que su deseo de perseguir una carrera en las artes escénicas reaparece. Quincey se entera de que una obra llamada Drácula, de un tal Bram Stoker, está en proceso de producción en el West End londinense y decide intentar que su amigo Basarab interprete al protagonista. Cuando lee la obra se da cuenta de que está basada en las vidas de sus padres y sus amigos y decide pedirles explicaciones. Es justo entonces cuando empieza la violenta caza de todos y cada uno de los que participaron en la persecución y muerte del vampiro, un peligro que también amenaza a Quincey y más de lo que él imagina… Pero ¿quién busca venganza? Y ¿por qué después de tanto tiempo? El no muerto está basada en las notas de Bram Stoker que fueron editadas de la primera versión de Drácula. A través de un exhaustivo proceso de investigación, Ian Holt y Dacre Stoker han conseguido dar vida de nuevo a estos personajes clásicos en una novela electrizante, digna de la primera parte.


Reseña

Continuamos con nuestros 3 días de Drácula, estamos a mitad de camino y hoy les traigo la reseña de un libro que, después de haber leído Drácula, me emocionaba bastante. Quedé encantada con la obra de Stoker y, aunque no lo necesitaba, quería leer un libro que contuviera la magia no solo de los personajes originales, sino del vampirismo en sí.

Lo primero que tengo que decir respecto a este libro es que sus reseñas y calificaciones me desanimaron y, sin poder evitarlo, quedé predispuesta. Cuando añadí el libro a mis lecturas actuales y casualmente paseé por las reseñas (sin leer nada para no spoilearme) quedé decepcionada porque primero, es la secuela oficial de Drácula; segundo, está escrito por un descendiente de Bram Stoker; y tercero, era inconcebible dentro de mi cabeza que una historia con unos personajes tan maravillosos como estos pudiera ser mala. Qué equivocada estaba. El problema es que en ese momento estaba demasiado cegada por la emoción post Drácula para darme cuenta de que la esencia de una obra está en la pluma de quien la escribe.

Cuando empecé el libro, estaba tremendamente disgustada: la sinopsis me había predispuesto, las reseñas me habían predispuesto, yo me había predispuesto. Implicó un esfuerzo tremendo para mí el poder llegar a la página 80, momento en el que me dije a mí misma que si el libro tenía fama de ser malo, yo lo iba a odiar más aún si continuaba leyéndolo. Pasaron alrededor de unas tres semanas para que pudiera retomar la lectura con la mente abierta. Fue difícil, fue muy difícil, principalmente porque no comprendí la necesidad de arruinar las vidas de los personajes.


“Seward es adicto a la morfina. Holmwood se ha convertido en un hombre hermético, que nunca superó la muerte de Lucy, el amor de su vida. Jonathan es alcohólico y Mina –quien sigue manteniendo su belleza y juventud intactas— sabe que hace tiempo que su matrimonio hace aguas. Y Van Helsing es tan excéntrico incluso es sospechoso de ser el mismísimo Jack el destripador.”


Me tomó algún tiempo acostumbrarme a esto, pero lo superé completamente al percatarme de lo mucho que Dacre Stoker e Ian Holt habían destruido la obra original. El estilo es sumamente distinto en ambas obras, por supuesto es imposible pretender que tres personas diferentes van a escribir de la misma manera, pero me molestó la falta de esfuerzo por mantener aunque sea un poco el tono de la obra original. Aquí plantean el vampirismo desde la sexualidad y la lujuria, una forma algo extraña –y libertina– de hacerlo dada la época en la que está ambientada la historia.

En este libro se integran muchos personajes nuevos, pero uno de los principales es Erzsébet Báthory, conocida como la Condesa Sangrienta; su leyenda cuenta que era una mujer de la nobleza que se bañaba en sangre de chicas vírgenes para mantener su juventud, y además las violaba y las torturaba. El tema de la homosexualidad es muy fuerte en este personaje, pero también forzado. Creo que hubiese sido más natural si se hubiese planteado como en Vampyr, de Carolina Andújar, allí es más un descubrimiento personal, Báthory es así por todo lo que ha ocurrido en su vida y porque ella elige ser de esa forma. En el libro de Stoker y Holt, ella es violada tanto por un hombre como por una mujer, y siguiendo la lógica que se plantea en ambos libros (las situaciones modificaron sus preferencias sexuales) entonces Báthory debió ser o asexual o bisexual. El punto es que creo que este asunto no fue pensado con el suficiente cuidado, y de haberlo planteado como un descubrimiento personal sobre su sexualidad o un trauma por los abusos de su esposo, el resultado hubiese sido mucho más natural. Estos son detalles que parecen agregados con la intención de hacer interesante la historia pero que, a falta de explicación o profundidad, resultan forzados e incluso de mal gusto.

Escribir un libro que no le guste a mucha gente no es un pecado, después de todo, siempre habrá gente que lo disfrute y gente que no, por lo que no condenaré a estos autores solo por esto. Lo que nunca podré perdonarles a Stoker y Holt es el haber arruinado completamente no solo a mis personajes favoritos –Van Helsing y Mina–, sino a toda la “banda de héroes”, como ellos la llaman. Mis dos amores no son ni siquiera la sombra de lo que fueron en Drácula. Van Helsing quedó reducido a un viejo loco y traicionero con apariciones fugaces a lo largo del libro. Mina, al haber bebido la sangre de Drácula, mantuvo su juventud y adquirió una fuerza sobrenatural. ¿Cómo ocurrió esto? Quienes leyeron a Bram Stoker comprenderán la enorme contradicción que existe en este hecho. 

En el Drácula original, Mina fue forzada a beber la sangre de Drácula, pero aquí no solo nos dicen que fue voluntario, sino que mantuvo relaciones sexuales con “su príncipe oscuro” y le profesa un amor eterno que se interpone en el matrimonio de Jonathan y Mina. Se supone que, de ser cierto esto, cualquier vínculo que haya tenido ella con el Conde debió extinguirse con la muerte del mismo en el libro de Stoker, pero –oh, sorpresa– esto es posible porque, por alguna circunstancia milagrosa Drácula sigue vivo y profundamente enamorado de Mina Harker, y ha vuelto para destruir a su prima Erzsébet Báthory, quien busca destruir a toda la banda de héroes.

Aún no logro comprender cómo es que sigue vivo, y no solo es irreal, sino que además sobrevivió a su muerte en el libro original–que no fue su muerte real porque Báthory le dio “muerte” después–y a dos veces más en las que la Condesa lo asesinó. ¿Cómo logra alguien escapar tantas veces de la muerte?  Aunque de verdad tenga un motivo, sería uno que ya se escapa de toda realidad (porque es ese toque de realidad lo que hace tan vívida la experiencia de leer un libro de fantasía), nadie es invencible. Dacre Stoker e Ian Holt debieron buscar entonces un motivo o explicación creíble para que Drácula burlara tantas veces a la muerte. Tomemos como ejemplo a Vampyr y Vajda, de Carolina Andújar; sus vampiros pueden ser asesinados, algunos más fácilmente que otros, y sus libros giran en torno a una incesante búsqueda que acabará con el mal que los persigue. Es, literalmente, una travesía que, como mínimo, requiere atravesar toda Europa. Pero hago énfasis en que Andújar dio un motivo creíble para que sus vampiros inmortales fuesen inmortales (e incluso así, podían ser destruidos); un detalle tan pequeño que molesta tanto como una piedrita en el zapato y que da rienda suelta a la incredulidad del lector, quien no se puede permitir disfrutar el resto del libro porque no se creyó la mitad anterior.

Los autores se encargaron de darle la vuelta a todo y dejar en ridículo a Bram Stoker en el proceso. Este autor se integra como un personaje más de la historia que lucha por darle éxito a su novela “Drácula”, para la cual se inspiró en las historia de un borracho que conoció en un bar. Esto me parece una ofensa garrafal; y no solo dice esto, sino que Stoker intenta sin éxito salir de la sombra de Oscar Wilde y su Retrato de Dorian Gray. Con esta pequeña adición del personaje de Stoker, todo lo que ocurrió en el libro original se nulifica; nuestros autores nos sorprenden con que Stoker le agregó su toque personal y así fue que cambió la historia, puesto que las cosas sucedieron de otra forma y no como todos nosotros leímos en el libro Drácula de 1897. No veo con buenos ojos que un autor –o dos, en este caso– deba valerse de cambiar una historia que ya está escrita para sustentar su obra. Es entendible tomar, por ejemplo, la leyenda de la Condesa Sangrienta y modificarla según tus objetivos (como se hizo en Vampyr e incluso en este libro), mas no es tolerable ni respetable cambiar lo que ya escribió un autor hace mucho más tiempo y, de paso, dejarlo mal en el proceso. 

Básicamente se reescribieron los hechos de Drácula y no siguieron la historia, mucho menos el formato de novela epistolar.

Me he quejado tanto de los cambios porque todo esto nos lleva a un punto específico, que fue lo que más me causó conflicto, y que quisiera concentrar en el Eros y el Ágape: el papel de Drácula y Erzsébet Báthory. Estos términos engloban dos tipos de amor.


“El eros sin ágape es un amor romántico, muy a menudo pasional, hasta la violencia. Un amor de conquista que reduce fatalmente el otro a objeto del propio placer e ignora toda dimensión de sacrificio, de fidelidad y de donación de sí.”

“Ágape es un amor que nutre. Es un amor incondicional hacia los demás que puede ser comparado con la regla de oro, en la cual tratamos a las personas de la forma que nos gustaría ser tratados. El amor ágape es compasivo, atento, cuidadoso y amable. Es un amor desinteresado y altruista. No busca placer para sí mismo, sino que encuentra placer y deleite en dar.”


Ya que tenemos claro qué es eros y qué es ágape, tratemos de verlos simplemente como un concepto libre de toda connotación sexual. Eros quita, ágape da. En Drácula, de Bram Stoker, el Conde es enteramente eros, es un personaje calculador que busca su propio placer y su propia satisfacción.

En Drácula, el no muerto hay un desplazamiento de eros a ágape en el personaje del Conde, y el vacío que queda lo ocupa Erzsébet Báthory. Esta inversión de papeles no tiene mucho sentido más allá de intentar darle una trama consistente a la historia, pero lo que incomoda es que las acciones de los personajes no concuerdan con las personalidades que se supone que deberían tener. Drácula es esencialmente malvado, sus mitos, leyendas e incluso el vínculo que no tiene pero que se la ha otorgado–e incluso se los mezcla en las mismas historias– con Vlad Tepes es más que suficiente para corroborarlo. Pero nos encontramos con que este nuevo Drácula influenciado plenamente por el ágape dice cosas de este tipo.


“Drácula había afirmado muchas veces que un vampiro no era malo por naturaleza. No creía que al convertirse en no muerto un alma quedara condenada automáticamente. El bien o el mal residían en las elecciones que cada uno hacía.”


Si la naturaleza del vampirismo reside en la maldad, si los vampiros son criaturas que no están vivas ni muertas y por lo tanto carecen de alma ¿por qué Stoker y Holt se tomaron la molestia de vender esta historia como una secuela de Drácula?, ¿por qué no simplemente crear una historia independiente con vampiros contemporáneos?, ¿por qué violentar tan brutalmente la esencia de una obra perfectamente creada?


“La necesidad de tranquilizar a su hijo la sobrecogió. Si aún podía sentir, si aún podía experimentar amor, dolor y culpa, entonces aún tenía su alma. Ella no era un demonio.”


Estos nuevos vampiros, al parecer, tienen la elección de conservar o perder su alma. No me queda claro si es esta la explicación de porqué los símbolos y santuarios religiosos pierden su efecto sobre estas criaturas. Drácula es capaz de sentir amor y ahora es Mina el objeto de este, parece que no es solo un vínculo sanguíneo sino afectivo lo que los une, lo que no deja de molestarme puesto que sé quién es Mina Harker, sé lo mucho que detestaba al Conde por lo que le hizo y una frase como esta me hace ruido.


“Amaba a Drácula, lo amaba de un modo en que nunca había amado a Jonathan. Juntos, ella y Drácula formaban un ser completo.”


Fue este punto lo que precisamente ocasionó un efecto dominó, si Drácula no le hubiese dado su sangre a Mina en el libro original, no hubiese existido este libro. Y a veces es mejor que las cosas se queden como están.

Los vampiros contemporáneos creados por Andújar son diferentes porque ella los modificó, pero mantienen su esencia y su naturaleza, que es lo importante. Quizá el ágape esté un poco presente, pero predomina el eros sobre todo lo demás. No solo es su percepción del vampirismo lo que está muy bien logrado, sino la estructuración de sus obras en sí; me habría fascinado leer una secuela de Drácula hecha por Carolina Andújar.

Paralelamente se desarrolla una trama secundaria que tuvo su inicio, un nudo algo flojo y ningún desenlace. Es básicamente una investigación que inician unos detectives para atrapar a Jack el Destripador –supuestamente Van Helsing–, revisan sus pruebas, encuentran pistas interesantes, incluso se acercan un poco a la verdad en cierto punto. Pero estos personajes, lo únicos que aparentemente pueden hacer público al mal que los acecha a ellos y a los personajes principales. Esto acaba tan rápido como empezó; Báthory los mató después de haber matado a una buena cantidad de gente también.

Los autores iban eliminando personajes, uno tras otro iban desapareciendo de la trama, como si no pudieran manejar la presencia de tantos elementos en la historia y simplemente los desaparecían para evitar que se les escapara de las manos, lo cual es muy probable que pasara ya que había demasiados personajes en una trama que no dura casi nada y que no es lo suficientemente profunda para que justifique la presencia de tantas personas.

Al final ocurre toda esta persecución entre Drácula, Mina, Quincey y Báthory que realmente terminó en no más de 25 páginas. El cierre fue apresurado y poco pensado, y me molestó el hecho de descubrir que Báthory y Drácula eran igual de “mortales” que cualquier otro vampiro, ¿qué los hacía tan invencibles?, ¿cuál era su razón especial?

Ya para concluir, hay muchas cosas que no quedaron claras o no estaban justificadas, lo que no benefició para nada a mi salud mental. En resumen, este libro parece un fanfic mal hecho, y digo mal hecho porque sé que hay fanfics muy buenos por ahí. El libro físico tiene al final un pequeño apéndice titulado “a modo de explicación”, que me habría caído excelente si de verdad hubiese explicado algo. Creo que si un libro necesita robarse unas páginas para poner algo de este tipo, entonces no cumplió su objetivo.
¿Algo bueno? Se lee bastante rápido (una vez que superas la crisis), los capítulos son cortos, no puedes distinguir entre el estilo de un autor y de otro, y estructuralmente es un libro que está bien hecho y bien escrito. Si no has leído Drácula todavía, es probable que te guste.

¿Algo malo? Todo lo que está allá arriba.

¿Un consejo? Mejor lean Vampyr, lo van a disfrutar muchísimo más.


Puntuación: 1/5 



-Shema

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